Nunca avisa su llegada, cuando menos te la esperas la tienes ahí, sin darte cuenta va pasando por tu vida, dejando secuelas en ocasiones no gratas. Y lo más sorprendente es que no nos damos cuenta, son los demás los que tienen que mediar con ella, sintiendo desconocimiento, falta de información, o, diferentes formas de atenderla y entenderla, muchas veces no son las correctas.
Nunca avisa su llegada, cuando menos te la esperas la tienes ahí, sin darte cuenta va pasando por tu vida, dejando secuelas en ocasiones no gratas. Y lo más sorprendente es que no nos damos cuenta, son los demás los que tienen que mediar con ella, sintiendo desconocimiento, falta de información, o, diferentes formas de atenderla y entenderla, muchas veces no son las correctas.
Nos tenemos que acostumbrar ha vivir esperando su llegada, sin poderle decir que no nos gusta, que no la aceptamos, que no es grata, que con los años otros amigos no vienen a visitarnos, que sentimos soledad, incomprensión. Muchas veces sus visitas condicionan la vida familiar, social y laborar. Tenemos que dar explicaciones de por qué hoy no es nuestro mejor día. Y otras veces son dos mundos paralelos.
Hoy no necesito tu presencia, estoy haciendo planes de vacaciones y no soportaría que vinieras epilepsia.
Rocío Mateos
Presidenta de la Federación Española de Epilepsia y de la Asociación Amigos del Epileptico de Badalona